martes, 4 de mayo de 2010
Fue inaugurada la Oficina de Violencia Doméstica la Corte Suprema de Justicia, que se propone mejorar la atención del Poder Judicial a las víctimas. Vemos en estos nuevos hacedores, interés en producir cambios significativos y preocupación por la realidad de la violencia.
Como víctimas, tenemos nuestra esperanza puesta en este nuevo organismo que es la cara visible del Poder Judicial en los temas de violencia familiar.
Deseamos que estos cambios traigan una oleada de Justicia a esta sociedad golpeada por los abusos y la impunidad.
Ni esta oficina ni ninguna otra que se cree, va a reparar el daño que el Poder Judicial ha producido a miles de mujeres vìctimas de violencia familiar de la Provincia de Tucumán, que recorrieron durante años los frìos pasillos de Tribunales sin encontrar respuestas y en algunos casos, encontrando la muerte.
El Poder Judicial, como su nombre lo indica, es un PODER que se ha apoderado de nuestras vidas más que el agresor, haciendo oìdos sordos a nuestros sufrimientos, tapando y sosteniendo la violencia hacia nosotras de diversas maneras.
Es difìcil evadirse del poder destructivo y desafiante del agresor dentro del hogar, pero casi imposible de escapar a la violencia del Estado y de las Instituciones, mucho más implacable y devastadora. El del Estado, es un poder que asfixia por el grado de indiferencia y corrupción.
Creemos que el cambio real sobrevendrá con una limpieza de los Recursos Humanos, que asegure la expulsión de gente violenta y deshonesta de las oficinas administrativas y puestos de decisión sin que esto implique reubicarlas dentro de otras áreas donde someterán a otras víctimas. Se limpie al Poder Judicial de personas que no pueden tener en sus manos la responsabilidad de tareas de las cuales depende la vida humana. También con la limpieza de profesionales que por más que ostenten títulos de especialización, sostienen desde diferentes lugares a los agresores, protegiendo y justificando sus actos incluso con supuestas "teorías científicas". Estos profesionales son más peligrosos aún porque trabajan sutilmente respondiendo vaya a saber a qué intereses personales y corporativos que nada tienen que ver con la salud y la protección de las víctimas.
No esperamos mejoras para nosotras, porque lamentablemente nuestras vidas y nuestras familias ya fueron dañadas indefectiblemente por la ineficiencia y el abandono del Estado, pero esperamos un mejor porvenir para otras víctimas de violencia familiar que recién comienzan su búsqueda de Justicia y hoy recorren desesperadas las oficinas, esperando encontrar una luz en el camino.
Por ellas continúa nuestra lucha incansable para que las cosas mejoren.
Comisión Directiva
Asociación Civil Atenea