viernes, 27 de febrero de 2009
Las personas que no tienen límites internos no pueden poner límites a los demás, porque no tienen conciencia de la importancia que los límites tienen para poder vivir en sociedad, por ende, generalmente no buscan ponerlos y cuando pretenden hacerlo, los demás se niegan aceptar la intervención de quienes precisamente carecen de límites.
Sin límites no hay respeto por los derechos de los demás, todo se reduce al impulso mesquino y egoísta. Se busca llevar a todos por delante para conseguir lo que se quiere
Se pueden poner límites sin violencia y con mucho amor, enseñando a los niños valores humanos, de respeto, comprensión y consideración hacia los demás. Haciendo que los niños se sensibilicen con el sufrimiento humano y busquen no causar daño a los otros niños. No sean caprichosos y piensen en aquellas personas que tienen menos recursos que ellos.
Los valores incorporados de manera definitiva por los niños actùan a manera de límites efectivos.
Sin límites no hay respeto por los derechos de los demás, todo se reduce al impulso mesquino y egoísta. Se busca llevar a todos por delante para conseguir lo que se quiere
Se pueden poner límites sin violencia y con mucho amor, enseñando a los niños valores humanos, de respeto, comprensión y consideración hacia los demás. Haciendo que los niños se sensibilicen con el sufrimiento humano y busquen no causar daño a los otros niños. No sean caprichosos y piensen en aquellas personas que tienen menos recursos que ellos.
Los valores incorporados de manera definitiva por los niños actùan a manera de límites efectivos.
Pero también se debe enseñar a los niños a poner límites a los demás cuando alguien quiere abusar de ellos. Enseñarles a decir no cuando se encuentren frente a situaciones de desigualdad, discriminación y violencia. Saber decir no recurriendo a medidas legales y a la protección de personas adultas, responsables y sanas mentalmente.